columna de rocas.
Tu espíritu debe ser como esas piedras encaramadas una obre la otra: un aparente desorden que esconde un orden deseado. La firmeza y dureza de la roca, en un equilibrio constante que las mantiene unidas. Cada cual se apoya en la otra y permite ser plataforma para las que vendrán. Todas en una estructura columnar, como sosteniendo al cielo. Todas sin un motivo aparente, pero en realidad apuntando a un fin: tu misma. ¿No ves el simbolismo zen detrás de esta estructura? Las rocas son las experiencias; la columna eres tu.
Acostúmbrate a erigir esta estructura donde estés. Si llegas al campo, a la playa, adonde fueres construye tu columna y de vez en cuando mírala: te sostendrá y te acompañará. Es un buen hábito. Y ten una de estas estructuras en tu casa y por lo menos una vez al día mírala y reflexiona sobre ellas, porque estarás reflexionando sobre ti misma.
Y por último, te servirán para tirárselas por la cabeza a tu pareja cuando se ponga insoportable. ¡Porque no hay estado zen que aguante a ciertas personas por hincha pelotas! Ser zen no significa ser un buey, significa estar vivo. Y los vivos tiramos piedras… de vez en cuando.
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