Era un Maestro Chan, que apenas era visitado por aspirante espiritual alguno, pues se había ganado la fama de ser severo debido a sus métodos de enseñanza. Pero un día llego a la ciudad un buscador de otro lugar muy distante del país y quiso probar si se trataba realmente del Maestro que decían.
-No soy fácilmente impresionable- dijo con cierta presunción a quienes le advirtieron.
Se presento ante el Maestro. Cuando el Maestro lo vio, antes de intercambiar palabra alguna, estallo en una carcajada. El aspirante se sirvió de su autocontrol para no demostrar incertidumbre. El Maestro estaba tomando un té aromático.
-Siéntate- le ordeno al recién llegado
-Siéntate bien, erguido y no como una gallina clueca y estúpida.
Hubo una pausa. El té estaba humeando y esparciendo su exquisito aroma.
-¿Deseas algo?
El visitante dudo. Empezaba a sentirse incomodo.
-¿Puedo tomar un poco de té?- Pidió
De repente. El Maestro arrojo un chorro de té hirviendo sobre el visitante. El liquido le quemaba como acero candente donde caía en su cuerpo.
-¿Es esta la forma de tratar a un visitante?
-Te he dado lo que me has pedido, contesto el maestro, después de esto cerro los ojos y se sumergió en una meditación.
El aspirante hizo lo mismo y entro en meditación.
-¡Cuanta paz y tranquilidad!, se decía mentalmente, sintiendo una atmósfera de quietud en el recinto.
De repente, un violento bofetón le hizo emerger de aquel éxtasis. Se aferró de su autocontrol para no devolverle el golpe. Cuando fue a protestar, el Maestro le pregunto:
-¿De donde ha surgido el ruido? ¿De la mano o de tu mejilla?-
El aspirante dudo durante una fracción de segundo, cuando otra bofetada no menos fuerte golpeo su rostro de nuevo.
-¡Contesta!, grito el Maestro.
-¿De donde sale el ruido?¿Quién lo produce? ¿La mano o la mejilla?
Se trataba de un genuino buscador, y respondió así:
-¡De la mente!
Por supuesto; se refería al ruido de la rabia, humillación y orgullo herido que habían brotado de su interior al sentir las burlas y los golpes del Maestro.
-Haz avanzado, dijo ahora cariñosamente el Maestro, captando el contenido real de la respuesta.
-Quédate y transita tomado de mi mano hasta cuando lo desees, el camino de la búsqueda sincera hacia la auto superación.
...Y así sucedió, aquel aspirante eventualmente alcanzo un elevado nivel de conciencia y se convirtió en un gran Maestro.
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